En los ecosistemas de montaña la altitud determina la existencia de pisos bioclimáticos, es decir, con vegetación y fauna característica adaptada al clima existente a cada altura. El tipo de roca y suelos dependerá de las características geológicas del terreno. En el Pirineo navarro encontramos suelos calizos (ejemplo: Karst de Larra a 2.504 metros) mientras que en el Pirineo de Huesca predominan los suelos graníticos (ejemplo: Pico Aneto a 3.404 metros). El clima de montaña o alpino lo situamos por encima de los 1.200 metros de altitud. En España lo encontramos en Pirineos, Picos de Europa, Sistema Central y las Cordilleras Béticas (Sierra Nevada). Los largos y fríos inviernos contrastan con veranos cortos y frescos. Las precipitaciones líquidas son abundantes en primavera y verano, mientras que en invierno y en ocasiones también en otoño y primavera puede nevar. Al aumentar la altura desciende la temperatura hasta 1º C cada 100 metros y aumenta la humedad relativa lo que genera lluvias orográficas sobre todo a barlovento (desde donde sopla el viento). La insolación es mayor en las laderas orientadas a solana (hacia el sol) con respecto a las de umbría (a espaldas al sol).
La fauna típica de estos ecosistemas incluye numerosos invertebrados y vertebrados. Entre los primeros podemos citar, entre otros, a las mariposas Pavo real (Inachi Io) y Macaón (Papilio machaon), cangrejos de río ibérico (Austropotamobius pallipes lusitanicus) y diversos arácnidos. Entre los vertebrados encontramos diversas aves: Aguila real (Aquila chrysaetos), Quebrantahuesos (Gypaetus barbatus); mamíferos: Oso pardo (Ursus arctos), Rebeco (Rupicapra rupicapra pyrenaica); reptiles: Lagartija vivipara (Lacerta vivipara)...; anfibios: Sapo partero común (Alytes obstetricans) y peces: Truchas (Salmo trutta favio).